domingo, 20 de julio de 2014

Libro barato de feria


Algo que se vuelve parte de mi
Algo que jamas podre ver

Alguien se ríe a lo lejos 
Y todos quieren ver la luz

A veces quiero dejar este lugar
A veces es mi vida la que me deja

ALGO ESCONDIDO EN MI
ALGO QUE QUIERE SALIR

Y en sus ojos, donde la noche escondía todas sus estrellas, una mirada singular, única diría yo.
Algo impensable, descabellado pensarían muchos. Pero ahí estábamos, uno frente al otro, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. 

Su blanca piel como la nieve me deleitaba, sus perfectos rasgos provocaban en mi una extraña sensación de atracción, la cual se desvanecía al volver a sentir su mirada en mi, atrayéndome. 

Una criatura de las tinieblas habitando mi sala de estar, pensar en aquella situación hace algunos dias me hubiese parecido algo descabellado, una historia de alguno de los libros baratos que hubiese comprado en alguna feria de la plaza o un viejo regalo de una tía. Pero no, era tan real como el frió, como el aire o como la lluvia.

Encendí un cigarrillo, mi cabeza estaba invadida de pensamientos abstractos y molestos, si fuese físicamente posible hubiese explotado. Tras cada bocanada de humo que mi boca y nariz liberaban la habitación iba llenándose de esa neblina sucia e imaginaria de la cual vivimos los soñadores. Mis ojos se clavaron en la mano cual sostenía el cigarro, temblaba suavemente mientras repetía la acción de acercarse y alejarse de mis labios una y otra vez.  

El hecho de pestañear era lo que mas miedo me transmitía, esa acción traicionera de oscuridad y luz.
El cuerpo sentado frente a mi desaparece y reaparece tras cada movimiento ocular, primero un paso, luego un metro, frente mio. Observo de cerca la muerte, su piel podrida y sus ojos rojos, su respiración por cortesía, me refiero, ¿Por que un ser inmortal debería respirar?

Tras pestañear nuevamente siento sus manos en mi cuello y veo un ser sin sexo, un ser que varia su forma cuanto desea, su forma cambia de la belleza a la repugnancia y así una y otra vez hasta el cansancio. Puedo ver sus voluptuosos pecho, adornados por un pezón rosado y erecto, su suave piel de mujer, el deseo que provoca la carne en el hombre, la maldición que los pecadores debemos llevar en nuestras espaldas y afrontar con ella una vida.

Dejarse llevar por el deseo y profanar la carne, vaciar nuestra semilla y sentir el vació, la soledad y el frió interior, esa helada que ni un incendio puede hacer cesar. 
Camuflamos nuestros pecados con amor y castidad, cuando poseemos algo en común. 
Somos humanos.

Sin seguir desviándome, debería continuar con el pobre relato de los hechos ocurridos aquella noche.
Si bien aquella jeringa cual yacía en el piso estaba rota y vacía en el piso, aun sentía la sustancia recorrer mis venas, lenta y calidamente. Como cuando sus colmillos se clavaron en mi cuello, un sonido sangriento y frenético atravesó mis oídos y la espesa niebla se apodero de mis ojos.

Al despertar, ebrio de vida, con una nueva vida, abrí los ojos...vi la luna brillante por la ventana...desperté. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario